Camada de lobos by Jan Hutton

Camada de lobos by Jan Hutton

autor:Jan Hutton
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras
publicado: 1976-12-31T23:00:00+00:00


CAPÍTULO 7

EL numeroso grupo de hombres que partió de Lockridge muchas horas antes regresó al atardecer, dispersado por el fracaso.

Ni rastros de Andy Farrar o de su hija, a quien realmente creían fugitivos a través de cualquiera de los caminos que atravesaban la montaña.

Algunos, los más cabezotas, propusieron quedarse en plena sierra para seguir la busca del que para ellos seguía siendo el asesino de Emiliano. Aunque prevaleció la opinión de la mayoría, cansados todos desde luego después de haber dedicado más de cuatro horas a buscar lo que parecía haberse desvanecido en el aire.

Tom regresó en compañía de aquellos hombres en quienes el impulso sanguinario había muerto. Si no contento, por lo menos seguro de que Jenny vivía hasta aquel momento.

Dado como se habían puesto las cosas, cabía suponer además que Farrar supiera seguir burlando con facilidad a los que querían acabar con él. Debía, según suposiciones del rural, haberse escondido en cualquier guarida oculta por la montaña, acaso sólo conocida de él y logrado gracias a ella, escapar de los linchadores.

Tom se equivocaba al pensar que iba a tener que dar molestas explicaciones al sargento sobre la forma que tuvo de apoderarse de aquel caballo en el que volvía al pueblo. Ni su propietario estaba esperándole enfadado, ni nadie había denunciado el hecho a la autoridad de Lockridge. Un testimonio más de que la furia que dominó a la gente se había desvanecido.

En el cuartel de los rurales reinaba la tranquilidad. El sargento estaba contento, ya que pensó que los incidentes de aquel día podían haber degenerado en algo mucho más grave que algunos heridos leves.

Nadie en el pueblo sospechaba siquiera que Tom y la hija de Andy Farrar se veían a escondidas, por lo que nadie dio la menor importancia a los actos del rural durante la tarde.

El sheriff Benson se presentó rato después para anunciar que la gente se había reintegrado a sus casas y que el orden reinaba en Lockridge.

A ninguno de los rurales les caía bien aquel hombre, sabiendo que aceptaba como Ley los menores caprichos del ranchero Weiss, quien le colocó en su puesto varios años atrás.

El sargento le recibió entre sus hombres.

Hizo una pregunta que podía haber molestado a Benson, si éste hubiera sido un hombre con cierto orgullo.

—¿Es a eso a lo que viene, Benson? La noticia es ya de dos horas. Podía haberse ahorrado la molestia.

Benson no replicó, pese a que las miradas de los rurales se clavaban en él con ironía.

Se humedeció los labios antes de decir:

—He pensado que convenía tomar medidas.

Tom se levantó para enfrentarse al sheriff.

—¿Qué clase de medidas? —quiso saber, extrañado por las palabras de Benson.

El sheriff se movió inquieto. Nunca se había encontrado muy a gusto entre los rurales.

—Debemos de poner la cabeza de Andy Farrar a precio, declararle fugitivo —explicó.

—¿Por qué?

La voz de Tom había adquirido al hacer la pregunta un tono más ronco.

—Mató a Emiliano. Es un asesino.

—¿Tiene alguien la prueba de ello? —volvió a inquirir Tom.

El sheriff Benson parpadeó, como si le sorprendiera demasiado lo que decía Tom.



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